26 de
septiembre de 2015, se cumple un año de la desaparición forzada de 43
estudiantes de la Normal para Maestros de Ayotzinapa en el municipio de Iguala,
Guerrero. Las voces tenuemente se escuchan por las radios comunitarias, las
redes sociales, los organismos internacionales de los derechos humanos, los
cuales son descalificados por los medios masivos de comunicación del país, concretamente
las empresas Televisa y Tv Azteca, que son corporativos al servicio del Estado.
Las voces
susurrantes no pueden callarse porque son como un eco de la justicia, de la
verdad, del desasosiego del país, de sus murmullos que como en la novela de Pedro
Páramo, no dejan que descansemos en paz. Es vergonzoso que periodistas y
comunicadores de Televisa y Tv Azteca no sólo solapen al gobierno sino que lo
defiendan y ataquen a los familiares de los desaparecidos estudiantes, 43 en
total, quienes no aceptan el juego perverso del gobierno. Uno de ellos
apellidado Alazraki o algo parecido, decía con uno de sus invitados en su
programa Entre amigos que los familiares de los estudiantes no aceptan nada,
que están cerrados y así no se puede avanzar, que se les entregan pruebas y no
aceptan ninguna, que no quieren nada ni la verdad, sólo estar protestando e
inconformándose, Héctor Aguilar Camín , decía por otra parte, que el
Zócalo no debe de ser ocupado ni por
los familiares de los estudiantes desaparecidos, que no se les debe permitir
estar ahí aunque reconocen su dolor por la pérdida de sus hijos, hermanos,
sobrinos, que nada justifica su estancia en el Zócalo.
Lo que no se
ponen a pensar estos señores desvergonzados y sin ética, entregados al
gobierno, lamepatas que deshonran no sólo no sólo al pueblo mexicano sino a la
inteligencia de millones en el mundo, es que los familiares de los 43
estudiantes de Ayotzinapa no creen en nada de lo que dice el gobierno porque
sólo han dicho una bola de mentiras desde el principio, no creen en nada porque
no dicen la verdad y la muestra más clara es que necesitan a los medios masivos
de comunicación para que los defiendan y trabajen con ellos para convencer al
pueblo, si ellos dijeran la verdad no necesitarían a Alasraki, Aguilar Camín,
Alatorre, Adela Micha, Loret de Mola y a l más arrastrado de todos: López
Dóriga y Carlos Marín. Hay muchos de ellos, pero estos han rebasado los límites
del vasallaje y del entreguismo, no pueden percatarse siquiera que al colaborar
con el gobierno colaboran con el crimen que se ha cometido, como lo hicieron
los periodistas en el 68 que hubo miles de muertos y desaparecidos, como lo
hicieron los políticos y los periodistas en el 71 y años posteriores cuando
mataron a Lucio Cabañas, entre muchos otros líderes populares y desaparecieron
cientos de revolucionarios de la Liga 16 de septiembre y de los movimientos de
guerrilla en todo el país.
Estos hombres
y el sistema político en el que vivimos completamente represor y obsoleto, no
se dan cuenta de que es mejor que nos dejen llorar y gritar nuestro descontento
para sacar de alguna manera, la rabia que llevamos dentro, a que se nos reprima
tanto que nos veamos en la necesidad de iniciar otra revolución, lo cual
conllevaría a un inútil y brutal derramamiento de sangre. Si no sacamos ese
descontento con el gobierno, con el crimen organizado, quienes están vinculados
para someternos, pero no lo reconocen, se va a formar un caos nacional y
empezarán las erupciones caóticas de la violencia: “Violencia genera más
violencia”, por eso las 43 desapariciones de Ayotzinapa están generando esta
violencia y también las muertes de Tlatlaya y los muertos de la Narvarte, que
seguramente fueron asesinados por el gobernador de Veracruz Javier Duarte de
Ochoa.
El clima está enrarecido porque a “Río revuelto,
ganancia de pescadores”. Si las desapariciones de los 43 estudiantes de
Ayotzinapa hubieran sido perpetrados por el crimen organizado, como lo presume
el gobierno federar y las instancias gubernamentales, no se hubiese hecho tanto
conflicto, ellos hubiesen podido dar una versión contundente desde el principio
y hubiesen salido con la cara en alto, aprovechando las cámaras para continuar
la “supuesta” lucha frontal contra el crimen organizado. Que ya se acaben las
mentiras mediáticas, que se hable de la intervención del Estado en las
desapariciones, de la participación del ejército en los asesinatos de
Ayotzinapa y de Tlatlaya, que se hable de las verdaderas razones de las
desapariciones, porque en Guerrero se estaba gestando un movimiento
revolucionario en contra de Enrique Peña Nieto, nuestro emperador
contemporáneo, que se hable de la absoluta impunidad no sólo de las
desapariciones forzadas en Ayotzinapa sino de las miles en el resto del país,
de los 11 periodistas asesinados en Veracruz, de los asesinados y desaparecidos
en Michoacán, Juárez, Estado de México, Puebla, Tamaulipas, por sólo mencionar
algunos. Que se hable de los 43 y más desaparecidos y asesinados por el Estado
y de los miles de muertes a causa del crimen organizado. Basta de impunidad, de
barbarie y de discriminación hacia los pobres y débiles, los sin harapos del
país, Hispanoamérica y del mundo, porque no es un año de impunidad el que hemos
vivido, son cientos, que duelen, laceran y lastiman a nuestros pueblos y sus
gentes, que son de entre los billones del mudo, los más desprotegidos.
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